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Mi pequeño espacio libre

Mi Yo - Yo

Mi soledad.

Mi soledad. He estado sólo muchas veces en mi vida. En general, lo suelo llevar bien, con paciencia. No hay más remedio, así que me aguanto. Pero ahora estoy sólo, cuando hace unos pocos días estaba tan bien acompañado... Y estoy muy jodido (y sí, en mi blog está permitido decir palabrotas como jodido, coño y puto). He pasado el verano en muuuuuy buena compañía, pero las vacaciones se han acabado y, como para demostrarlo, nos ha separado. Ahora yo estoy aquí sólo, y ella está sola allí. ¿Y qué podemos hacer? ¿Esperarnos eternamente? ¿Pensar mutuamente en el otro?

No es justo. He estado mucho tiempo esperando a que se escribiera una historia como la nuestra, y sabía que todas las historias acaban. Se pueden hacer secuelas, segundas y terceras partes, pero no es lo mismo. Si nos hubiéramos peleado... Si nos hubiéramos dicho que no nos queríamos... Pero no hemos sido nosotros. Nos ha separado el calendario. Ella sigue de vacaciones y yo no.

¿Sabéis una cosa? Estoy jodido.

Música, Manta e Internet.

Música, Manta e Internet. Os voy a hacer una confesión: me he cansado de oir a todos esos soplapollas de la música (so payasos, me tiemblan los pies a tu lado) que gimotean “porfa, comprar nuestros discos”, (que malo es de pedir, pero peor es de robar). Como digo, me he cansado de llorones que se embolsan a fin de mes más pelas que los eurodiputados. Rogándonos que no compremos en el top manta, que esos putos negros no son de fiar (balas blancas para la oveja negra), y encima han venido en crucero de lujo solo paja jodernos. Además, lo que hacen es ilegal, pues lo realmente legal es cobrar veinte euros por unos tíos gritando. Que así sólo estáis acabando con vuestros cantantes favoritos (suave que me estás matando, que estás acabando con mi juventud), incultos!

Y es que esos cabrones se han inventado una Gran Palabra, como Democracia, Amistad, Alma: esa palabra es Música. No puedes copiar discos porque atentas contra la Música (¿en sí?, o quizá ¿en general?). Con eso parecen justificarlo todo, como que nos traten como cerdos que copian la Música, que compran Música en el manta, cerdos que están destruyendo, como Bush hace con el Mundo, la gran nuestra Música. Es que no somos solidarios para con nuestros cantantes y músicos, con lo solidarios que son ellos para con nosotros: que tienes un problema, allí están ellos. Si te van a echar del curro, ellos se encadenan contigo en la puerta de la fábrica. Que no te llega para llegar a fin de más, ellos te pagan la letra de la hipoteca. Y nosotros, empero, cómo les devolvemos el favor: Acabando con ellos, y con la Música!

Así que me he decidido a no comprar Música en el manta. No me parece justo. Me lo pienso bajar todo de Internet, que para eso lo tengo pagado. Y que vengan a darme un toque, si quieren y que me expliquen cómo un CD de treinta céntimos de eusko llega a valer de veinte euskos para arriba. Y así me bajaré con el emule y el kaaza (marcas registradas) la discografía completa de todos los grupos que me interesen, y ya veré si me apetece comprar originales (que también los tengo), si de verdad merecen la pena.

Una habitación.

La estancia estaba vacía, sólo llena del sonido de la lluvia contra las ventanas. Las tenues luces producían una sensación de queda irrealidad, y los distintos objetos esparcidos por el suelo, cubiertos por una capa de polvo, indicaban que llevaba mucho sin ser habitada. A esta conclusión se llegaba también sin más que advertir la fina sábana que protegía dos sillones contiguos.

Y sin embargo se oyó el siseo de una cerradura, y el pomo de la puerta se giró lentamente, tras lo que un molesto chirrido acompañó al movimiento de las oxidadas bisagras. Apareció la figura de un hombre de traje, corbata y maletín, que dio unos paso al frente mientras su mano izquierda buscaba inútilmente el interruptor. Extrajo del bolsillo derecho una pequeña linterna, y la usó para irradiar un estrecho haz sobre la pared, a la altura de su cabeza. Su luz siempre en movimiento hizo crecer la sensación de desolación. Encontró y accionó finalmente el interruptor, colocado muy alto, apagando después la linterna.

Gracias a luz la habitación cambió súbitamente de aspecto, pues ahora se observaba que, pese a estar también vestidas con mucho polvo, las paredes albergaban una espléndida colección de cuadros, todos obscuros y con marcos de roble. No había televisor ni receptor de radio, ningún aparato eléctrico. Posiblemente ya había sido un gran logro la instalación de la corriente eléctrica para iluminarla. En un rincón, un grandioso escritorio parecía esperar, paciente e inmóvil, que un estudiante le proporcionara un poco de vida. Dos libros cerrados descansaban sobre el escritorio. El hombre los cogió.

Una anticuada cortina, quizá costosa en otras épocas, ocultaba una fracción del habitáculo. El hombre la descubrió cuidadosamente, tratando de no levantar polvo, y apareció un amplio y espectacular mueble, en el que puso los dos libros que había recogido del escritorio, y otros dos que traía en el maletín. Así, pasaron a hacer compañía a los otros que estaban colocados en el mueble, silenciosos, preciosos. Él nunca los había contado, ni tampoco ordenado, pero suponía que habría más de dos mil. Como todos los miércoles, cerró los ojos, y dejó que sus dedos vagaran por los lomos de los libros, sintiendo sus palabras, pensando en las horas que los autores habían dedicado a esas páginas llenas de tinta. Cogió un libro y abrió los ojos. Luego estuvo otros cinco minutos leyendo los títulos y autores de otros libros, hasta que se decidió por uno. Ya tenía lo que había venido a buscar: un libro elegido por él, y otro proporcionado por el azar. Colocó ambos tesoros en el maletín, cerró la inmensa cortina con cuidado, saltó sobre los objetos del suelo, apagó la luz volviendo a presionar el alto interruptor, salió de la habitación, cerró la puerta. Se oyó el siseo de la cerradura.

La estancia estaba vacía, sólo llena del sonido de la lluvia contra las ventanas. Las tenues luces producían una sensación de queda irrealidad Los distintos objetos esparcidos por el suelo estaban cubiertos por una capa de polvo. Nadie iba a volver hasta el miércoles siguiente.

Camino a casa.

La calle está bella, oscura, y fresca. No hay nadie más que una pareja, en un rincón, conociéndose poco a poco. Miro a la carretera: un par de taxis y dos coches negros, potentes, probablemente de ejecutivos trasnochadores. Me los imagino excusándose ante sus mujeres: "He tenido una reunión muy importante...", mientras se acuerdan de que, con las prisas, no se han puesto el anillo, escondido en el monedero.

Voy hasta mi coche que, viejo y sucio, me ha estado esperando todo el día, paciente, a dos manzanas de mi trabajo. Últimamente no hay sitio para aparcar. Lo abro lentamente, como si se me fuera a romper (o soy yo el que se puede romper?), y me dan ganas de no arrancarlo, y quedarme dormido en él, en mitad de esta calle, con la ventana bajada hasta la mitad, de modo que la brisa nocturna me acaricie la cara.

Estoy muy cansado. Agotado. Ha sido un día muy duro. Sin embargo, una sonrisa se instaló en mi cara a primera hora, quizás para oponerse al día gris que recorría la calle. Y tengo ganas de llegar a casa, cenar y comprobar que mi cama me ofrece ese descanso que tanto necesito. Mañana será un día duro.

Vete a la mierda!!

Vete a la mierda!! No soy de ningún partido político. Digo esto para que nadie se piense que ataco a un "contrario". Pero ya estoy hasta las narices del payaso de Aznar, y me gustaría mucho que se retirara, pero en serio, no este "me he ido pero vuelvo de vez en cuando". No me hace ni pizca de gracia.

Soy de la opinión de que cuando un político deja de ser el mandamás del partido, tiene que desconectar con ese mundo. No quiero a Fraga hablando de política; no me gustaría que Puyol apareciera más en los telediarios que su sucesor; Arzallus tiene que irse al monte y dejar paso a las nuevas generaciones. Así hacen un favor a sus enemigos y, sobre todo, a sus amigos, los cuales pueden empezar a obrar según sus pensamientos. Es por esto por lo que Aznar debería montar un negocio, o dar clases en la Universidad, o hacerse jugador profesional de padel y prepararse para los campeonatos del mundo, en caso de que existan, y dejar que Rajoy, Zaplana o quien sea haga su trabajo.

Para mí, la guerra de Irak roza la frontera de la legalidad. Ni me gustó cuando empezó, ni me gusta ahora. En las últimas elecciones, se demostró que ya estabamos todos hartos, y la mayoría votó por retirar las tropas de Irak, y ahora, con (gracias a) Zapatero,están siendo retiradas a petición popular. Entonces, ¿¿a qué narices va Aznar a visitar a Bush y a Rumsfeld para poner a parir al gobierno actual?? Parece el típico tocagüebos de clase "seño, seño, yo no he zido, ha zido el cabrón de Zapa". No, Aznar, no ha sido Zapa. Es que sí él no retira las tropas, estaría engañando al electorado, que le ha elegido para hacer lo contrario a tí.

Así que ahí queda eso, y para que veáis que Aznar no me cae tan mal como parece (hasta el Prestige y la reforma de la LOGSE, no me caía demasiado mal, aunque con la guerra le odié), tengo que decir que Bush es bastante más HIJODEPUTA, MALO y CABRÓN. Todavía me hierve la sangre al recordar el chistecillo de "¿están aquí las bombas de destrucción masiva? ¿donde están? ¿alguien lo sabe?" Casi me muero de risa. Igualito al difunto Gila.

Lunes

Lunes Hoy es lunes, y sin embargo hace sol. Los lunes van casi siempre tras los domingos, pero esta semana no ha sido así. Hoy parece una continuación natural del fin de semana. Me he levantado con una alegría impresionante, sin motivo alguno. He ido cantando a todos los sitios, o silvando, si la gente me miraba demasiado.
Y no sé si se debe a que el finde ha sido muy bien aprovechado, o si es el sol el que me alegra, o que hicieron buenos partidos todos mis equipos de balonmano, futbol y baloncesto. Yo qué sé. Sólo estoy seguro de dos cosa: quiero que me dure, y me gustaría poder contagiaroslo.

Paulo Coelho: El Alquimista.

Paulo Coelho: El Alquimista. La verdad es que he roto una "promesa" que me hice hace mucho. Bueno, en realidad sólo he roto media. Mi promesa nació cuando me dí cuenta de que no tengo tiempo para leer todos los libros que existen, así que opté por las dos normas siguientes:

a) si un libro es muy largo o muy aburrido, NO SERÁ LEIDO.
b) no leer dos veces el MISMO libro.

La a) tenía una excepción que ya he satisfecho: El Quijote
La b) sólo se puede romper en tres ocasiones: puedo leer El Principito y el Lazarillo de Tormes todas las veces que quiera, y La Historia Interminable únicamente una vez más (la tercera) cuando sea viejo.

Sí, ya sé que puede parecer extraño, absurdo: una tontería. Pero he roto la promesa por Paulo Coelho (sí, el barbas que escribe al final de El Semanal), y su "novela sobre los sueños y el destino": El Alquimista. ¿Qué no lo has leido? Lo siento, colega, no sabes lo que te pierdes. No te pienso "vender" ningún libro más, lee lo que te de la gana, pero El Alquimista te lo tengo que recomendar, por ética de lector. Se lee en tres horas y cuarto (calculado porque lo leí de dos tirones), y es genial. Trata de mi vida, de la tuya, de la de los vendedores de palomitas, de Egipto y sus pirámides, del amor, de...

Demasiado perfeccionista.

Me he dado cuenta de que no escribo apenas en este blog, y he llegado a la conclusión de que soy demasiado perfeccionista: no quiero escribir tonterías sin sentido, por lo que no escribo. Pues habrá que intentar que eso cambie, porque un pintor que no pinta cuadros por miedo a que no estén a la altura del Gernika, lo tiene muy mal para ser un mediocre pintor incluso de brocha gorda. Así que a partir de ahora quemaré este blog, que case sólo yo leo (puede que alguien se equivoque y llegue aquí). Asi que hoy hablaré de sexo. No de sexo no, que está muy visto. Entonces de libros -pero si no tienes alma de crítico-. No sé. Creo que soy demasiado perfeccionista.

Mis vacaciones de Semana Santa

Que la Semana Santa es un periodo de reflexión y recogimiento es algo muy evidente. Pero, ¿quién de nosotros se ha recogido para reflexionar? Nos hemos ido al pueblo, o a casa de unos amigos, a la playita, a la fiesta y a la aventura. ¿Que te tocaba comerte una procesión por narices? Pues ponías cara de beato y ya eres más Papista que el Papa.

Y digo esto porque la mía, de Santa no ha tenido nada. Empezó como empiezan siempre, con el viaje, y una fiestecilla de apertura, que al final se prolongó otros ocho días. No pude ir a ninguna de las cuatro misas que hubo en mi pueblo (uno de Zamora, de cuyo no puedo olvidarme), porque estaba en otros menesteres más terrenales. Y acabó por todo lo alto, con el higadillo medio fuera y la cirrosis afilando los cuchillos y la despedida siempre triste -"hasta el verano, que es cuando nos veremos"- y la vuelta a casa, triste, pensativa...

Así que ahora estoy medio de relax, intentando evadir al máximo la vuelta a la "puta rutina que me ahoga cada día más". Volveré, como las oscuras golondrinas, lo prometo. A recogerme. A reflexionar. La próxima Semana Santa.